Conferencia: El fuego de la vida. Heidegger y la cuestión ambiental

CONFERENCISTA PRINCIPAL 
ENRIQUE LEFF
FECHA: 27 DE MAYO DE 2019
Lugar: Auditorio Luis Carlos Galán
Título de la conferencia: 
El fuego de la vida. Heidegger y la cuestión ambiental

El pasado 27 de mayo en el auditorio Luis Carlos Galán de la Pontificia Universidad Javeriana tuvo lugar una conferencia del prestigioso economista mexicano Enrique Leff en el marco de la presentación de su nueva obra titulada El fuego de la vida. Heidegger y la cuestión ambiental. En el acto estuvo acompañado por el Decano de la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana, Luis Fernando Cardona Suarez.

A modo de introito anecdótico en la conferencia, Enrique Leff recordó al numeroso público asistente los años en los que en los que desempeñó el cargo de profesor en Colombia, señalando, además, que es en América Latina donde se encuentra una perspectiva más crítica en el ámbito de las cuestiones ambientales y, particularmente, en Colombia, donde a su entender surge precisamente la filosofía ambiental, a través de los importantes trabajos del recientemente fallecido Daniel Vidart y de Augusto Ángel. A través de aquellas obras se produce un cambio de perspectiva a la hora de abordar los problemas ambientales que asolan el plantea, aunque es preciso remitirse, en opinión de Leff, a los estudios del economista Ignacy Sachs para encontrar los primeros análisis que analizan la cuestión ambiental no de una manera pasajera o efímera, sino como un asunto estructural de carácter civilizatorio. 

El análisis de E. Leff sobre cómo se trata la cuestión ambiental desde las diferentes disciplinas académicas es profundamente crítica, en la medida en que, de un tiempo a esta parte, la cuestión ambiental se ha visto frenada o moderada por el establishment académico o político-económico mediante la mitigación y adulteración de su radicalidad. Es por ello que, por un lado, no dudó en criticar a la propia sociología ambiental, que se queda, en su opinión, limitada y constreñida por la racionalidad comunicativa de un J. Habermas o, incluso, a la sociología comprensiva, en la medida en que no aborda en profundidad las relaciones de poder que subyacen tras los procesos de legitimación asociados a las problemáticas ambientales (de tal manera que un problema ambiental es creíble si se estima así por la sociedad). 

En ese sentido, Martin Heidegger constituye una verdadera revelación para Leff puesto que supone un autor decisivo para tomar consciencia de que el ambiente no es una mera dimensión incorporada a los paradigmas del conocimiento. En el contexto de un mundo, como el actual, atravesado por la técnica es preciso escudriñar el fondo ontológico de la cuestión ambiental. Se trata, en el fondo, de ir más allá, ya que el problema ambiental no queda resuelto desde la economía ambiental, desde la sociología comprensiva o desde un punto de vista tecnológico o científico. Así no se llega a la raíz del problema ambiental. 

Tras esta descarnada constatación, Leff reconoce que lo que subyace es una afirmación radical: hay un problema de comprensión profunda sobre las condiciones de la vida. Pero no sólo eso. Hay una falla de origen en la construcción de nuestro mundo. Y esta la razón por la que el profesor Leff comienza a explorar, desde hace años, la obra del filósofo alemán M. Heidegger. Heidegger, en su opinión, lleva a cabo un decidido ejercicio de deconstrucción sobre el pensar en busca de una renovación del pensamiento filosófico. Y esta labor le conduce al ser. Ese era el centro de su reflexión filosófica, esto es, la indagación sobre lo que se encuentra detrás del ser. Y este asunto no puede resolverse mediante la filosofía convencional, más bien la aproximación en este caso debe ser directa, intuitiva. De esta manera, en La pregunta por la Técnica (Die Frage nach dem Technik, 1953) Heidegger se plantea una problemática que Enrique Leff ilustra cómo el modo en que se ha ido de las manos y de control la comprensión de la vida. Esto es, la manera en que, a raíz de esta incomprensión, nos dirigimos hacia la entropización masiva del mundo. Heidegger es muy consciente de que este orden desemboca en una situación catastrófica para el mundo. Ahora bien, desde ese punto de vista, Leff constata algo que M. Heidegger no tuvo en cuenta y que, por ejemplo, K. Marx (a quien despreció) si analizó con claridad. En primer lugar, el orden capitalista no supone la consecución de estabilidad alguna. Fundamentalmente, tiene como propósito la reproducción y la acumulación de capital, lo que supone que la naturaleza sea transformada en recursos para crear mercancías. Es cierto que el capital no se formó de la noche a la mañana. Fue resultado y consecuencia de un prolongado proceso civilizatorio que, en opinión de Leff, nos remite a los instantes iniciales de la filosofía occidental (y a sus figuras más representativas: Anaximandro, Anaxímenes, Tales, Heráclito, Parménides, Paltón, Aristóteles…), periodo en el que, a su vez, se ponen las primeras piedras del extremo logocentrismo presente en nuestra contemporaneidad. 

Teniendo todo lo anterior en cuenta, E. Leff se apoya en lo dicho por M. Heidegger para determinar el momento en que se origina y se extiende la incomprensión generalizada acerca de la vida. ¿Dónde está la falla? Heidegger nos dice que la falla originaria se encuentra en el “olvido del ser”. Dicho de otra manera, la ontología tradicional, por lo general, se ha preocupado del ser de los entes. Lo que ha faltado en la filosofía es una exploración del ser del ser, de la verdad del ser. Ahora bien, siendo esencial lo planteado M. Heidegger, E. Leff identifica en su obra una ausencia trascendental: la de la vida misma. Es decir, en Heidegger no se produce una reflexión sobre la vida en su dimensión ecológica, en su conformación biosférica como lugar donde habita el hombre. Si es cierto que M. Heidegger trata de fundar su propia filosofía y se desmarca de E. Husserl al reivindicar la “facticidad de la vida”. Son los seres humanos, en su significación, los que fundan el ser en el horizonte de la temporalidad de la vida. Pero este análisis no es suficiente.

E. Leff indica que el discernimiento de la falla se manifiesta con aquellos textos de M.  Heidegger que remiten a Heráclito (Heraklit: Der Anfang des abendländischen Denkens / Heráclito: El inicio del pensar occidental [Semestre de Verano 1943]; Heraklit: Logik. Heraklits Lehre vom Logos / Heráclito: Lógica. La doctrina de Heráclito acerca del Logos [Semestre de Verano 1944]). Heráclito hace referencia a la physis que Leff entiende como potencialidad emergencial y diversificadora de todo lo que existe: la creatividad cósmica. Esta fuente de la que brota todo conduce, por un lado, a la disipación entrópica de todo lo existente, pero también a la emergencia neguentrópica del orden vital. Para comprender su naturaleza el hombre occidental ha tenido necesidad de “recolectar”, de “recoger”, necesita remitirlo al uno (en referencia a Parménides). De esta forma, la raíz originaria del problema estriba en la propia forma de comprensión, ya que precisamos del “logos para comprender la physis”. Esta perspectiva parte del enorme desarrollo de una forma de reducción de la vida, la lógica, en vez de inclinarse por una aproximación fenomenológica. De hecho, la naturaleza no es la physis, es una physis objetivada. 

Pero, una vez llegados a este descubrimiento el profesor Leff se pregunta qué esperanza tenemos. ¿Cómo podemos estar en consonancia con las condiciones de vida? Para abordar este tema recurre al imaginario de Cornelius Castoriadis para concluir que los imaginarios que atraviesan las visiones del mundo de todos los hombres y culturas no traen, en sí mismas, el sello de garantía de sostenibilidad. Uno de los ejemplos más relevantes tiene que ver con el colapso de la civilización maya. Y es que en todo esto hay una diferencia originaria entre la vida y el orden simbólico humano. En ese proceso de traducción algo se pierde, se produce un distanciamiento que dificulta nuestro habitar en el mundo. En suma, se abre un abismo inabordable que nos impulsa a dirigir nuestro destino en contra del sentido y tendencias últimas de la vida.